Todos hemos oído hablar alguna vez del pez globo, ese pececillo que en los dibujos infantiles nos lo presentan con cara de asustadizo y bonachón.

Sin embargo, detrás de ese inocente y divertido aspecto se esconde uno de los vertebrados más venenosos del mundo. Concretamente ocupa el segundo lugar en el ranking. El primer puesto es para la rana dorada venenosa.

Características del pez globo

El pez globo es considerado uno de los animales acuáticos más curiosos que existen. Su forma habitual es la de un pez normal, pero en cuanto le acecha el peligro, utiliza la elasticidad de su estómago para hincharse hasta que su cuerpo alargado se convierte en una auténtica bola, que puede doblar varias veces su tamaño normal. De ahí su nombre.

Este mecanismo de defensa le hace menos vulnerable a los depredadores, ya que en su forma natural, este pez es mas bien pequeño y bastante torpe a la hora de nadar.

Emparentado con el pez erizo, muchos ejemplares tienen el cuerpo lleno de espinas, que se hacen visibles solo en el momento de hincharse. De esta forma, evitan ser comidos.

Su hábitat suelen ser los arrecifes de coral de la zona de los trópicos, y pueden vivir hasta los 300 metros de profundidad.

 

Pez globo antes de su transformación.
Pez globo antes de su transformación.

 

Pez globo después de hincharse como método de defensa.
Pez globo después de hincharse como método de defensa.

 

El veneno del pez globo

Algunos de los órganos internos de este animal –como el hígado, los ovarios y testículos– y su piel, poseen una toxina conocida como tetrodotoxina que resulta letal para sus depredadores y también para los seres humanos.

Los efectos de este veneno son, entre otros, náuseas, convulsiones, parálisis, arritmia cardiaca e incluso la muerte. Para hacerse una idea, la tetrodotoxina es hasta 1.200 veces más mortal que el cianuro.

 “La toxicidad del pez globo es equiparable a la del cianuro o la estricnina” La Vanguardia

Según confirma la OCU, en España y el resto de Europa el consumo de pez globo está prohibido. Pero no así en Japón, donde la carne de fugu (como se le conoce en japonés) sigue considerándose un manjar exclusivo. De hecho, el sashimi de fugu es uno de los platos favoritos de los japoneses.

Pero, ¿por qué un pescado que está considerado altamente tóxico y prohibido en nuestro país, en otros se consume sin ningún problema?

El pez globo en las cocinas japonesas

Si bien es cierto que en Japón el pez globo es un plato que resulta exquisito, no es menos cierto que su consumo está estrictamente regulado. Necesitas una autorización expresa del gobierno para manipular el fugu. Y no son muchos los chefs que la consiguen.

Aquellos que quieran hacerse con ese permiso especial para tratar este producto, necesitan prepararse a conciencia. Para ello, deben estudiar 3 años, superar un examen teórico primero y después unas pruebas prácticas, donde deberán cocinar el pez y luego comérselo.

“En Japón la manipulación del fugu está estrictamente regulada”

Aún siguiendo estas estrictas normas, el riesgo nulo no existe. De hecho, se siguen contabilizando fallecimientos por la ingesta de este tipo de pescado. Entre 2006 y 2015 se contaron una decena muertes por consumo de fugu.

Pero los japoneses siguen jugando a esta especie de ruleta rusa, simplemente por tradición.

En Japón el sashimi de fugu es considerado toda una institución. Se consume sobre todo durante los meses de invierno y está presente en casi todos los menús de las grandes celebraciones.  Su sabor, afirman, es delicioso y de lo más singular. Sin duda otro plato japonés donde degustar el umami.

El fugu en Japón resulta toda una atracción, sobre todo para los turistas. De hecho, existen restaurantes especializados en platos basados en este peculiar pescado, donde el menú por persona puede llegar a alcanzar los 90euros. Incluso, algunos tienen su propio estanque donde nadan peces globo para que los clientes se fotografíen con ellos.

 

Chef japonés

El fugu, un plato japonés cuyo deleite puede costarte la vida. Estás dispuesto a correr ese riesgo? Cuestión de gustos… y prioridades 😉